Parte I
Mirada alemana sobre los medios latinos
¿Qué efecto tienen en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina y Brasil, las prácticas de activismo mediático de sus poderes ejecutivos? DW-WORLD conversó con expertos latinoamericanos y alemanes. ¿Son nuevos los discursos, las prácticas y la política gubernamental hacia los medios que siguen la Venezuela de Hugo Chávez, el Ecuador de Rafael Correa, la Bolivia de Evo Morales, la Argentina de los Kirchner, el Brasil de Lula Da Silva, o el Uruguay de José Mujica y el segundo Gobierno del Frente Amplio? ¿Es la ideología el factor central para definirlas? ¿Qué efectos tienen sobre la libertad de expresión en sus países?. Un discurso público ideológico, crítico con el rol de los medios en el proceso político y la sociedad; nuevas prácticas de comunicación directa con la opinión pública y de relación hostil con el periodismo; así como el intento de regulación del espacio mediático, concentran una serie de “innovaciones” de estos gobiernos, con consecuencias positivas y negativas, sostiene Philip Kitzberger, politólogo de la Universidad Torcuato di Tella de Buenos Aires (UTDT) e investigador invitado del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo (GIGA-ILAS). Uno de los dispositivos más "novedosos" son los programas regulares de radio y televisión conducidos por los propios presidentes. “El obviamente más famoso es Aló Presidente (donde el ejecutivo venezolano nombra y destituye ministros, hace pedagogía popular, advierte a sus adversarios, habla con gente de pueblo). Pero en Ecuador existe una emisión semanal parecida (El Presidente dialoga con el pueblo). Y en Brasil tenemos Café con el Presidente, que se transmite los lunes a todo el país por Radio Brasil y es un gran instrumento de formación de agenda pública”, aseguró el investigador argentino de GIGA-ILAS. También Mujica tiene su programa Habla el Presidente en la radio uruguaya. En Argentina los Kirchner eligieron el atril presidencial para dirigirse al pueblo a través de los medios, aunque más bien ocasionalmente. “En Bolivia no tiene sentido porque no hay una audiencia nacional que hable español, dadas las divisiones etnolingüísticas del país, por lo tanto el Gobierno ha decidido tener estrategias más descentralizadas a través de una red de así llamadas ‘radio comunitarias’”, aclaró Kitzberger en un reciente evento del GIGA-ILAS sobre “Medios y Política en América Latina: nuevos problemas y perspectivas”. Además del frecuente uso de “cadenas nacionales” –interrupción obligatoria de la transmisión regular de todas las televisoras públicamente reconocidas para transmitir mensajes gubernamentales, calificados de interés público– los Gobiernos de estos países han restringido la concesión de entrevistas, las conferencias de prensa y el contacto regular entre fuentes políticas y periodistas.“Lo que es común a todas estas medidas es la intención de ‘puentear’ al periodismo en el contacto con la opinión pública” apuntó Kitzberger. Periodistas: ¿ovejas negras? Presidentes, funcionarios de Gobierno y bases partidistas muestran sistemáticamente los sesgos de la cobertura de los medios, ponen en duda la neutralidad de la prensa como una “ilusión liberal” y proclaman la necesidad de democratizar la esfera pública, en la que denuncian el predominio de “voces con fuerza de mercado”. El Gobierno venezolano de forma constante, el ecuatoriano, el boliviano y el argentino con una frecuencia relativamente menor, o Brasil y Uruguay en situaciones de crisis con los medios, los identifican “como actores políticos interesados y parciales, vinculados a las élites dominantes o –en las versiones más populistas– a ‘la oligarquía’ o al ‘imperialismo’”, dijo Kitzberger a DW-WORLD. Este estilo de relación entre Gobierno y medios aliena a los periodistas, incluso pese a simpatías e inclinaciones ideológicas originarias de quienes se consideran socialdemócratas o militantes de izquierda. “Periodistas de los movimientos sociales que en el proceso boliviano eran muy solidarios con el Gobierno de Evo Morales están ahora muy disgustados con el trato que les da el presidente”, constató Simón Ramírez Voltaire, periodista y politólogo germano-boliviano del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín (LAI-FU-Berlín), en entrevistas con profesionales de ese país andino. “La crisis de los partidos como órganos de representación política y el resurgimiento del populismo y sus lógicas de identificación directa del líder con el pueblo, entran en tensión con los estándares demócrata-liberales de la prensa”, que suponen al periodismo como intemediador entre política y sociedad, como ejercicio profesional autónomo que opera sobre bases éticas y sin motivaciones políticas, explicó Kitzberger. Pero “hay que distinguir entre el uso discursivo de la realidad y la realidad misma”, recomienda Marco Navas Alvear, jurista e investigador de la Universidad Católica de Ecuador (PUCE) y el LAI-FU-Berlín. Del mismo modo que estos Gobiernos “usan retóricamente el tema de la realidad mediática, los medios también usan retóricamente el discurso de la libertad de expresión” como argumento contra la crítica, aseguró a DW-WORLD el investigador ecuatoriano. Criticar el “discurso populista” sobre la realidad latinoamericana no conduce a ignorarla. La concentración de la propiedad mediática, sus intensas vinculaciones con grupos de poder económico y político, la debilidad de los medios públicos y de la regulación estatal estaban ya estrechamente ligadas antes del Gobierno de Correa a un “agudo deterioro de la institucionalidad democrática” en Ecuador, insistió Navas. Una situación similar enfrentaron otros de estos gobiernos al ascender al poder.
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