Una hormona del hueso se une a las neuronas para disminuir la ansiedad y la depresión y potenciar el aprendizaje y la memoria
La visión de los huesos únicamente como soporte del organismo ha pasado a la historia. Los últimos datos indican que el esqueleto se comporta como un órgano endocrino
capaz de regular los niveles de glucosa en sangre, el gasto energético o
la fertilidad masculina. Lo hace por medio de una hormona llamada osteocalcina, producida por las células óseas, la misma que ahora parece ser decisiva para el desarrollo del cerebro durante la gestación y posteriormente de algunas de sus importantes funciones, como la memoria y el aprendizaje.
Una investigación de la Universidad de Columbia que se publica en “Cell” demuestra que esta hormona es fundamental durante el desarrollo embrionario para que el hipocampo, la sede del aprendizaje y la memoria, adquiera un tamaño adecuado. Antes de que el embrión pueda sintetizarla, la osteocalcina materna atraviesa la placenta y evita la muerte neuronal en el feto.
Después del nacimiento, la osteocalcina, producida ahora por el
esqueleto del neonato, sigue siendo decisiva. Capaz de atravesar la
barrera hematoencefálica que aísla al cerebro, se une a las neuronas del tronco cerebral, el mesencéfalo y el hipocampo y produce cambios en la química cerebral,
regulando la producción de neurotransmisores, lo que a su vez influye
en los niveles de ansiedad y depresión, así como en la memoria y el
aprendizaje.
En un estudio anterior, el equipo que lidera Gerard
Karsenty había demostramos que el cerebro es un potente inhibidor de la
acumulación de masa ósea. "Este efecto era tan poderoso que
inmediatamente se planteó la pregunta de si el hueso envíaba también
señales al cerebro para limitar esta influencia negativa. Y si esto era
así, ¿qué señales usa y cómo funcionan?”, explica Karsenty. Una rara
enfermedad ósea, denominada displasia cleidocraneal, hacía esta duda
razonable. Esta patología que afecta a la clavícula y los huesos del
cráneo a menudo se acompaña de déficits cognitivos y está relacionada
con una mutación en un gen regulador de la osteocalcina.
Múltiples funciones
Así que la sospecha recayó enseguida sobre la osteocalcina,
una sustancia descubierta en su laboratorio, producida por los
osteoblastos, que además de ser importante para la mineralización ósea
tenía ya otras funciones distintas recientemente descubiertas. La mayor
parte de esta hormona se incorpora al hueso, pero pequeñas cantidades se liberan a la sangre y pueden actuar sobre otros órganos, como el páncreas, incrementando la concentración de insulina.
Para determinar si actuaba también en el cerebro, Karsenty y
su equipo trabajaron con ratones genéticamente diseñados para no
producir esa hormona. Así demostraron que la osteocalcina atraviesa la barrera hematoencefálica y se une a las neuronas del tronco del cerebro, el mesencéfalo y el hipocampo. Además vieron que promueve el nacimiento de nuevas neuronas y aumenta la síntesis de varios neurotransmisores,
incluyendo la serotonina, dopamina y otras catecolaminas. También
vieron que los ratones sin ostecocalcina tenían un hipocampo
anormalmente pequeño.
Pudieron comprobar también cómo la acción de esta hormona
ósea sobre los neurotransmisores del cerebro se reflejaba en la conducta
de los roedores. Los ratones que carecían de osteocalcina tenían
mayores niveles de ansiedad y depresión que los ratones normales. Además
tenían problemas de aprendizaje y memoria.
Esos cambios, apuntan los investigadores, recuerdan a los
que se producen durante el envejecimiento y podrían deberse a la
disminución de la osteocalcina con la edad: “A medida que envejecemos
disminuye la masa ósea y la producción de osteocalcina probablemente
también," señala Karsenty. Un nuevo enfoque que podría aportar nuevas
pistas para contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento sobre
la capacidad cognitiva, como la pérdida de memoria.
Antes de nacer
Cuando a los ratones sin calcitonina se les suministraba
esta hormona, su ansiedad y depresión se normalizaba, pero
sorprendentemente no tenía efecto sobre los problemas de aprendizaje y
memoria, ni sobre el tamaño del hipocampo. Nuevos experimentos
demostraron que esta hormona actúa antes del nacimiento. Durante la
gestación la calcitonina procedente de la madre atraviesa la placenta y
llega hasta el feto para disminuir la muerte celular y promover así el
adecuado desarrollo del hipocampo.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores
modificaron genéticamente a los ratones para impedir la acción de la
calcitonina después del nacimiento. Como era de esperar, los ratones se
mostraban ansiosos y deprimidos, pero en este caso su hipocampo era
normal, lo que significaba que la hormona tenía un papel decisivo antes
del nacimiento. Para que no quedara duda alguna, inyectaron osteocalcina
en ratas manipuladas que carecían de esta hormona, lo que permitió que
el tamaño del hipocampo de las crías fuera el adecuado.
Este hallazgo llevado a cabo en ratones
explicaría por qué las madres con problemas de nutrición tienen con
mayor frecuencia bebés con trastornos metabólicos y psiquátricos,
como explica Gerard Karsenty, que lidera la investigación: “La
desnutrición disminuye la actividad de las células óseas; como
resultado, las madres desnutridas tienen baja masa ósea, que afecta la
producción de osteocalcina. Esto tiene relevancia clínica incluso hoy en
día, en los países en desarrollo, donde la malnutrición materna es
todavía común”.
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